En los últimos tiempos estamos presenciando una guerra comercial entre los fabricantes de marcas tradicionales y los grandes hipermercados, que comercializan productos bajo su marca blanca. Como en toda guerra, cada bando difunde la información que le interesa, unas veces cierta y otras falsa.
En cuestión de precios, no hay duda de que consumir marcas blancas casi siempre nos supone un ahorro importante. El debate se centra, sobre todo, en la calidad de los productos. En los medios de comunicación tradicionales y en internet podemos encontrar recomendaciones y opiniones de todos los tipos: Unos dicen que los productos de las marcas blancas son los mismos que los de la marca del fabricante, pero más baratos, porque gastan menos en publicidad e imagen. Otros dicen que son distintos y de peor de calidad. Personalmente, pienso que las dos afirmaciones son verdaderas; dependen de cada producto, de cada hipermercado y de cada fabricante.
Hay fabricantes tradicionales que han optado por fabricar marcas blancas y otros que no. Entre los que las fabrican, los hay que siguen fabricando paralelamente su marca comercial y otros solamente fabrican la marca blanca. Esto simplemente es una cuestión de la estrategia empresarial de cada uno, la cual poco nos debe importar a nosotros como consumidores. Lo más sensato por nuestra parte es buscar siempre para cada producto la mejor relación calidad-precio.
Podemos comprobar la calidad de cada producto simplemente por comparación entre unas marcas y otras, comprando cada vez una distinta y formándonos al final nuestra propia opinión. También podemos conocer cuál es el fabricante que está detrás de cada artículo de marca blanca. A veces viene indicado directamente en el envase y otras veces aparece un código. Mediante este código podemos averiguar el nombre de la empresa que lo fabrica a través de la página web de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Por lo general, los productos básicos que tienen poca elaboración presentan una calidad similar tanto si son de la marca blanca como de la marca del fabricante. En muchos casos son exactamente el mismo producto y en otros puede haber alguna diferencia en ciertos componentes o en la proporción utilizada de los mismos, pero no puede decirse que sean de peor calidad. En estos casos lo más rentable para nosotros es comprar el producto de la marca blanca.
En otras ocasiones puede comprobarse claramente que el producto de marca blanca es de una calidad inferior al de las otras marcas. En estos casos tendremos que decidir si preferimos ahorrar dinero o comprar artículos de mejor calidad.
En definitiva, cada vez que vamos a consumir algún producto no es aconsejable dejarnos llevar por ideas preconcebidas. El prestigio de ciertas marcas se debe unas veces a la mayor calidad de sus productos y otras simplemente a la imagen que proyectan. Lo mismo ocurre con las marcas blancas, en algunas ocasiones ofrecen muy buena calidad a bajo precio y en otras no.
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