Comprar un coche: el límite entre la necesidad y el capricho

Un coche supone, para la mayoría de las personas, uno de los bienes de consumo más caros que pueden comprarse a lo largo de la vida. Dada la incidencia que tiene en nuestro gasto y, por tanto, en nuestro ahorro, merece la pena que hagamos algunas reflexiones antes de decidirnos a comprar un coche.

En primer lugar, debemos tener muy claro que la compra de un coche no es una inversión, sino un gasto, aunque podamos venderlo posteriormente. Un coche es un bien de consumo que está devaluándose constantemente desde que lo compramos. Hay un caso particular, el de los coches clásicos, que al cabo de muchos años pueden incluso revalorizarse pero, teniendo en cuenta el mantenimiento que requieren, es ridículo tratarlos como una inversión. Son más bien un capricho de coleccionistas.

Es cierto que un coche es un bien útil y para muchas personas necesario. Por tanto, el hecho de comprar un coche no siempre significa que estemos malgastando el dinero. Sin embargo, si nos fijamos en la amplísima gama de modelos y precios de coches que se nos ofrecen, podemos ver que algunos compradores no sólo pagan por la utilidad del coche o por unas mejores prestaciones de unos modelos respecto a otros. También pagan por la exclusividad de ciertos modelos, por prestaciones que nunca van a utilizar (motores demasiado potentes, todoterrenos que nunca van a pisar el campo,…) o por el mero hecho de ostentar riqueza o aparentarla.

Realizar un consumo responsable es esencial para mejorar nuestra economía doméstica y más aún en el caso de la compra de un coche, debido a su elevado precio. El coche que decidamos comprar debe estar acorde con nuestro presupuesto y, al igual que con cualquier otro bien de consumo, deberíamos evitar siempre solicitar cualquier tipo de préstamo o financiación ajena para comprarlo. Si el coche que nos gusta cuesta 30.000 € y no tenemos esa cantidad de dinero, sencillamente debemos asumir que no podemos comprarlo, y tendremos que conformarnos, por ejemplo, con adquirir uno de segunda mano.

Comprar un coche de segunda mano es una opción que siempre tenemos que valorar. Por una parte, debemos tener en cuenta que con una misma cantidad de dinero podemos comprar un coche de pocos años y una gama superior al que podemos optar si nos lo compramos nuevo. Por otra parte, en términos prácticos, nos supone un ahorro importante de dinero. Vamos a comprobarlo con el siguiente ejemplo…

Hoy en día, si analizamos el mercado de vehículos de ocasión, podemos comprobar que, como término medio, un coche nuevo pierde la mitad de su valor aproximadamente a los cuatro años de vida. Es decir, si nos compramos un coche nuevo que nos cuesta 20.000 €, sabemos que dentro de cuatro años habremos perdido unos 10.000 €. A medida que el coche va teniendo más años, irá perdiendo valor a un ritmo más lento.

Supongamos que el modelo de coche que queremos comprarnos cuesta 20.000 € si lo compramos nuevo. Vamos a suponer también que la vida útil del coche será de 15 años sin necesidad de realizar reparaciones demasiado costosas. Si decidimos comprarnos el coche nuevo, el coste por año de la adquisición del vehículo será el siguiente:

Coste/año = 20.000/15 = 1333,33 €/año

Si optamos por comprar un coche de segunda mano de unos 4 años de antigüedad, sabemos que tal como está el mercado de coches de ocasión en la actualidad, este coche nos costaría unos 10.000 €. La vida útil del coche seguirá siendo 15 años, por lo que podemos aprovecharlo durante 11 años. El coste por año que tendremos si adquirimos este vehículo será:

Coste/año = 10.000/11 = 909,09 €/año

Como vemos, comprar un coche de segunda mano nos supone un ahorro considerable en comparación con adquirir uno nuevo, alrededor de un 32 % para un mismo modelo de coche y utilizándolo los mismos años, lo cual no está nada mal. Lógicamente, este cálculo habría que aplicarlo en la realidad a cada caso particular.

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