Cuando contratas un fondo de inversión estás confiando tus ahorros a profesionales de los mercados financieros para que lo gestionen e inviertan en un sector u otro. Pones tu dinero en manos de personas que piensas que podrán conseguirte más rentabilidad que tú mismo. Pero, ¿realmente esto es así?
Primeramente, para los que no lo sepan, vamos a definir lo que es un fondo de inversión: es un patrimonio formado por las aportaciones de un grupo de inversores, el cual es administrado por una entidad gestora que se encarga de invertir este capital en activos más o menos preestablecidos en el folleto explicativo del fondo. La entidad gestora cobra una comisión por la gestión, aunque el fondo de inversión pierda dinero…
Según la naturaleza de los activos en los que invierten, los fondos de inversión pueden ser de renta fija (si invierten en bonos de deuda pública o privada), de renta variable (si invierten en bolsa principalmente), mixtos, inmobiliarios, fondos que invierten en energías renovables, materias primas, mercados emergentes, etc…
Existen fondos de inversión privados a los que solamente tienen acceso las grandes fortunas y gente influyente a nivel empresarial, político o económico. Estos fondos actúan libremente en los mercados financieros, sin ninguna regulación por parte de los organismos competentes en cuanto a las operaciones que realizan. Estos son los tipos de fondo que realmente consiguen sacar ventaja al mercado gracias a su volumen de capital, a la información que poseen o controlan y a sus influencias. Pueden invertir en activos de alto riesgo y conseguir beneficios tanto de las subidas como de las bajadas de los mercados.
La mayoría de los mortales solamente podemos invertir en los fondos de inversión comerciales que se nos ofrecen a través de bancos y otras entidades financieras. Estos fondos están regulados por los organismos competentes de cada país y normalmente se limitan a crear una cartera de activos acorde con el criterio de inversión del fondo. Su riesgo es limitado y, si observamos las rentabilidades de la inmensa mayoría de ellos, podemos comprobar que suelen ganar dinero cuando los mercados son alcistas y perderlo cuando los mercados son bajistas.
Para conseguir estos resultados realmente no hace falta acudir a ningún profesional. Cualquier persona que no tenga conocimientos de bolsa o de cualquier otro mercado puede obtener similares beneficios o pérdidas comprando acciones al azar entre las empresas más representativas de un sector, país o índice de referencia.
Es cierto que dentro de los fondos de inversión abiertos al público hay unos que obtienen más rentabilidad que otros. Esto puede ser fruto de una buena gestión o simplemente de una buena racha. El problema es que los inversores particulares que participan en los fondos no pueden saber con certeza a cuál de las dos razones se deben los resultados del fondo.
Aparte de lo anteriormente expuesto, existe una razón fundamental por la que deberíamos replantearnos invertir en un fondo de inversión. Como norma general, debemos invertir solamente en aquello que comprendemos perfectamente. Si no tenemos conocimientos de bolsa o no sabemos hacer un análisis de un negocio, sencillamente no debemos invertir nuestro dinero en ello solamente porque un “experto” analista o el comercial de nuestro banco nos lo haya recomendado.
Cuando invertimos en un fondo de inversión: ¿conocemos el criterio con el que el gestor del fondo realiza cada operación?, ¿sabemos el riesgo que asume con cada una de ellas?, ¿conocemos en profundidad cada empresa o cada negocio en los que invierte?, ¿tenemos alguna previsión de los beneficios esperados con cada operación? Si la respuesta a todas las preguntas anteriores son negativas, nuestra decisión debería estar clara...
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