La inversión inmobiliaria ha sido y sigue siendo una opción de inversión que si se gestiona adecuadamente puede producir rentabilidades interesantes con un riesgo bastante limitado. Además, en contra de lo que piensa mucha gente, no es necesario poseer gran cantidad de dinero para llevar a cabo una inversión de este tipo.
Una inversión inmobiliaria consiste, básicamente, en comprar un inmueble (vivienda, local, plaza de garaje, nave industrial, etc.), un solar o una finca rústica con el fin de alquilarlo posteriormente o volverlo a vender a un precio superior al precio de compra. Tanto si nuestra intención es alquilarlo como venderlo, si lo consideramos oportuno, podemos realizar una reforma o mejora del inmueble para añadirle más valor.
Este tipo de inversiones presenta varias ventajas, entre las que podemos encontrar las siguientes:
- Si la compra del inmueble la realizamos a un precio adecuado, evitando adquirirlo cuando el precio ha sido inflado por movimientos especulativos o burbujas inmobiliarias, podemos esperar razonablemente que nuestro inmueble no perderá valor a lo largo del tiempo (únicamente el propio del desgaste del inmueble). Por tanto, su precio irá aumentando aproximadamente con arreglo a la inflación, y la rentabilidad que obtengamos si lo alquilamos será una rentabilidad neta real.
- Las inversiones inmobiliarias son fáciles de comprender y gestionar. Cualquier persona, sin necesidad de tener conocimientos avanzados, puede identificar una buena oportunidad de compra, calcular cuánto obtendría de rentabilidad si lo alquila en función de los precios de mercado, estimar cuánto le costaría el mantenimiento del inmueble, seguros, etc.
- Son un tipo de inversión a largo plazo que pueden proporcionarnos ingresos de manera regular sin necesidad de dedicarle demasiado tiempo.
- La inversión puede adaptarse a la cantidad de dinero de que dispongamos. Podemos realizar una inversión inmobiliaria simplemente comprando una plaza de garaje y alquilándola, lo cual está al alcance de cualquier ahorrador.
Por contra, las inversiones inmobiliarias también presentan algunas desventajas:
- Los inmuebles no son productos demasiado líquidos, es decir, una vez comprados, no podemos transformarlos rápidamente en dinero. En algunas ocasiones, en función de la ubicación del inmueble o del momento económico, podemos tardar bastante tiempo en vender un inmueble, a no ser que rebajemos su precio considerablemente. Este tipo de inversión, por tanto, debemos considerarla como de largo plazo, y no destinar a ella ningún dinero que sepamos que vamos a necesitar próximamente.
- Las inversiones inmobiliarias están sujetas a movimientos especulativos, como recalificaciones de suelos rústicos en urbanizables, revalorizaciones de algunas zonas en detrimento de otras, etc. También, cada cierto tiempo, pueden producirse burbujas inmobiliarias que inflan el precio de los inmuebles hasta valores desorbitados, lo cual puede traernos consecuencias catastróficas si compramos en un mal momento, o procurarnos sustanciosos beneficios si sabemos vender en el momento adecuado.
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