A lo largo de nuestra vida podemos acumular dinero y riqueza de forma ilimitada. Podemos calcular cuánto vale nuestra fortuna, pero ¿cuánto vale nuestro tiempo? El tiempo es algo que vamos perdiendo continuamente. Cada minuto que dedicamos a algún asunto es un minuto menos que nos queda de vida. El tiempo de cada persona, por tanto, tiene un valor muy alto, pero ¿qué precio podemos ponerle?
El tiempo es un patrimonio que tienen tanto los ricos como los pobres. Algunas personas gozan de más tiempo que otras en función de su salud, de las circunstancias en las que viven o incluso del azar. El tiempo de cada uno no depende del dinero que se tenga, pero sí se puede canjear por dinero. Además, el precio de compraventa es distinto para cada persona.
Cuando estamos trabajando para alguna empresa o tenemos algún negocio propio, estamos vendiendo nuestro tiempo a un precio, que es nuestro salario. Seguramente le demos mucho más valor a nuestro tiempo que el precio que nos pagan por él, pero debemos asumir que, materialmente, lo que vale nuestro tiempo es eso, el precio que recibimos cuando lo vendemos.
Esto es útil tenerlo en mente cuando vamos a gastar nuestro dinero en algo. Cuando vamos a adquirir un producto, sabemos el precio que tiene, pero a veces no pensamos en el tiempo que tenemos que dedicar a trabajar para conseguirlo. Por ejemplo, a veces la gente es capaz de hipotecarse para adquirir una casa o un coche de lujo, simplemente porque les hace ilusión, sin pararse a pensar en los meses o años de su vida que eso les supone.
Lógicamente, el precio de nuestro tiempo varía a lo largo de nuestra vida, en función del dinero que seamos capaces de ganar. Si cambiamos a un trabajo mejor remunerado, creamos un negocio rentable, realizamos una inversión u obtenemos ingresos de otras fuentes, seremos capaces de obtener más dinero a cambio de nuestro tiempo.
Si tenemos la suerte de tener una ocupación o un trabajo que nos guste, nos parecerá gratificante todo el tiempo que dediquemos a esa actividad. Desgraciadamente, para la mayor parte de la gente, el trabajo no es una tarea agradable. En este caso, podríamos dedicar parte de nuestro dinero para comprar tiempo libre. De la misma manera que alguien puede ahorrar para pagarse un capricho, también puede hacerlo para adelantar su jubilación, o para trabajar menos, o para poder permitirse realizar otro trabajo o dedicarse a otra actividad que le guste más aunque esté peor remunerada.
Esta idea no está muy arraigada en nuestra sociedad de consumo. La mayoría de la gente piensa que la única forma de disfrutar de su dinero es consumiendo, pero no caen en la cuenta de que pueden utilizarlo para obtener más tiempo libre o para permitirse el lujo de dedicarse a lo que realmente les guste hacer.
Con todo esto no estoy sugiriendo que no haya que trabajar. La mayoría de la cosas se consiguen con trabajo y esfuerzo. Todos tenemos que estudiar, formarnos, adquirir experiencia y realizar tareas que no siempre nos resultan agradables, pero que son necesarias. Pero hay que tener claro que aunque el dinero es un bien que nos puede permitir llevar una vida más agradable, el tiempo es otro bien, incluso más valioso que el dinero, y ambos bienes pueden ser intercambiables. A cada uno de nosotros nos toca elegir el punto de equilibrio entre ambos.
A menudo nos centramos más en la mejora económica que en la mejora de la calidad de vida.
ResponderEliminarYo soy de las que cree que el ser humano no necesita tanto para vivir y que habría que valorar más el factor tiempo que es el que realmente nos hace sentirnos libres.
Un saludo.