No sé si alguna vez las bolsas habrán sido un medio serio y objetivo a través del cual las empresas podían encontrar financiación proveniente de inversores que, tras estudiarlas, decidían adquirir participaciones de las mismas con la esperanza de recibir unos ingresos más o menos estimados de antemano. Lo cierto es que en la actualidad, acentuado por la aparición de internet y la proliferación de los productos derivados, los mercados financieros se han convertidos en grandes casas de apuestas que están provocando el declive de un sistema económico y la asfixia de una sociedad víctima de su ludopatía.
En los mercados financieros se puede apostar a multitud de cosas, no solamente a si las acciones de una empresa van a subir o a bajar. También se puede apostar con pares de divisas, materias primas, tipos de interés, volatilidad, títulos de renta fija, metales preciosos, cereales, índices bursátiles…, todo ello a través de complejos productos derivados como futuros, opciones financieras de distintos tipos, CFD’s, fondos de inversión, ETF’s, etc.
Invertir en los mercados financieros tiene su atractivo, no hay que negarlo. Nos presenta la ilusión de hacernos ricos sin trabajar y partiendo de una cantidad de dinero pequeña, gracias al apalancamiento desmesurado que proporcionan los productos derivados que se comercializan hoy en día. La realidad es que conseguir esto es extremadamente difícil.
Este atractivo es lo que hace que millones de inversores particulares (o especuladores, mejor dicho) acudan a jugarse sus ahorros en los mercados financieros, siendo el alimento de las élites minoritarias que los controlan, básicamente bancos de inversión, casas de valores y hedge funds.
La idea de que los mercados financieros son eficientes porque tienen mucha liquidez es una falacia. Las élites que acabamos de mencionar controlan los medios de información económicos y mueven un volumen de negocio inmenso, razones suficientes para asegurarles una gran ventaja sobre los inversores particulares. En el trading intradía, las ganancias están del lado de las máquinas de alta frecuencia, capaces de abrir y cerrar operaciones en milisegundos y dejar pelados a miles de pequeños inversores.
Completamente de acuerdo. El pequeño inversor nunca tiene los contactos, la info.privilegiada, la agilidad fugaz de los grandes inversionistas, etc. El pequeño entra con la ilusión de ganar, y de esa ilusión (concretada en más o menos erráticas / ávidas / precipitadas inversiones) viven los grandes, que cada día se hacen más monstruosamente grandes.
ResponderEliminarEl juego no es limpio porque no es igual para todos.