Cómo usar la tarjeta de crédito correctamente

Las tarjetas de crédito, junto con los préstamos personales, son uno de los instrumentos que más daño han hecho a las economías domésticas de las familias en los últimos años. Aunque en algunas ocasiones haya podido ocurrir por desconocimiento o ingenuidad de sus usuarios, la mayoría de las veces se debe a un uso irresponsable de las mismas.
Conocer el funcionamiento de las tarjetas de crédito es esencial para poder aprovecharnos de las ventajas que nos pueden proporcionar pero, más importante aún, es usarlas con responsabilidad. Debemos tener claro que el estado de nuestra economía doméstica depende principalmente de nuestras propias decisiones y, en lo referente a la ruina en la que se encuentran muchas personas como consecuencia de un mal uso de las tarjetas de crédito no hay que echarle la culpa a los bancos, a los políticos o a la crisis económica.

En primer lugar, vamos a ver el funcionamiento de las tarjetas de crédito. Como su propio nombre indica, cada vez que hacemos uso de ellas, ya sea para pagar una compra o para sacar dinero de un cajero, no estamos utilizando nuestros propios fondos, sino que estamos usando un dinero que nos presta el banco (aquí es donde radica su negocio). En realidad es una especie de línea de crédito que tenemos contratada con el banco.

Este dinero que nos va prestando el banco a lo largo del mes se va sumando al saldo de la tarjeta de crédito. Normalmente el banco nos fija un saldo máximo para gastar, que depende de nuestra solvencia. El dinero que nos hayamos gastado en un mes, lógicamente, tendremos que devolverlo, y para ello podemos escoger normalmente entre dos formas de pago distintas:
  • Pago al mes siguiente sin intereses: Si escogemos esta opción, al mes siguiente el banco nos cobrará de nuestra cuenta corriente asociada todo lo que nos hayamos gastado con nuestra tarjeta. Normalmente con esta opción no pagamos ningún interés por nuestras compras, pero sí por el dinero que hayamos sacado de cajeros automáticos. Por lo tanto, esta es la opción que siempre debemos utilizar. El problema surge si no tenemos saldo suficiente en nuestra cuenta para pagar el saldo de nuestra tarjeta. En este caso tendremos una deuda pendiente con el banco por la que tendremos que pagar unos intereses elevados (entre el 12% y el 24%, según la entidad). Además, al estar en números rojos, lo más probable es que tengamos que seguir utilizando la tarjeta de crédito para consumir, al menos, las necesidades básicas, con lo que corremos el riesgo de hacer cada vez la pelota más gorda y vernos en la situación de estar ahogados económicamente pagando intereses bancarios.
  • Pago en cuotas fijas mensuales: Esta opción es más peligrosa que la anterior. Aquí podemos decidir pagar nuestra deuda en “cómodas” cuotas fijas al mes. Es decir, aunque este mes nos gastemos mucho dinero, al mes siguiente no tenemos que pagarlo todo, sino solamente la cantidad que deseemos… Que nos quede claro: JAMAS DEBEMOS PAGAR EL SALDO DE NUESTRA TARJETA EN CUOTAS FIJAS MENSUALES. Esto significa demostrar muy poca inteligencia por nuestra parte. Nada nos va a evitar pagar nuestras deudas, y además tendremos que hacerlo pagando unos intereses brutales. Esta opción puede parecernos al principio un chollo, pero no es ni más ni menos que engañarnos a nosotros mismos en beneficio de los bancos.
Según acabamos de ver, siempre debemos tener habilitada la opción de pago al mes siguiente, procurando además tener el saldo suficiente en nuestra cuenta corriente para que podamos pagar holgadamente el saldo de nuestra tarjeta. Esta opción es incluso beneficiosa para nosotros, ya que, a diferencia de las tarjetas de débito, estamos aplazando el pago de nuestras compras sin pagar intereses.

Sin embargo, lo más importante de todo, es el uso que damos a nuestra tarjeta de crédito. Poder disponer de más dinero del que tenemos nos puede llevar a la ilusión de que podemos gastarnos lo que queramos. Pues no, si no queremos convertirnos en unos desgraciados (económicamente hablando), debemos actuar con responsabilidad, consumiendo solamente lo que podamos y ajustándonos a nuestro presupuesto doméstico, llevar un control de nuestros gastos y considerar el ahorro como pilar fundamental para poder conseguir una situación económica cómoda.

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